sábado, 19 de octubre de 2024

ADAPTABILIDAD Y RESILIENCIA: LECCIONES DE VIDA


Este mes, al dejar de tomar Uralos Max por diversas razones, he descubierto una capacidad inesperada en mí mismo. A pesar de mis 54 años y mis fallas urológicas, he aprendido a manejar mis necesidades fisiológicas con gran maestría. Un ejemplo de esto es mi habilidad para ingresar a bares con el típico cartel de “baños solo para clientes” y, con buena presencia, talante y amabilidad, pedir usar el baño sin consumir. Casi nadie se me niega. Esta experiencia me ha enseñado que, con la actitud correcta, podemos adaptarnos y superar los desafíos cotidianos.

De manera similar, un antiguo profesor de literatura, Eustaquio, me enseñó que no debemos malacostumbrar demasiado la vista a los anteojos. Durante muchos años, usé anteojos para ver de cerca, pero en dos ocasiones los dejé de usar, la última vez porque perdí mis únicos anteojos. Al principio, no veía nada, pero con el tiempo, mi vista comenzó a entrenarse y a recuperarse, aunque no al 100%. Esta experiencia me ha hecho reflexionar profundamente sobre el increíble poder de regeneración de la vista. Eustaquio, con su sabiduría y enseñanzas, sigue siendo una inspiración en mi vida, recordándome siempre la capacidad de adaptación y regeneración que poseemos.

Una madrugada, con un dolor muy feo en el pecho, pensé que podría ser un problema cardíaco. En la guardia descartaron esta posibilidad y me derivaron a un gastroenterólogo, quien también es cirujano gástrico, algo inusual ya que generalmente se deriva a un cirujano general. Este especialista me sugirió un protector gástrico debido a los muchos años de medicación. Fui al cardiólogo, quien, tras varios estudios, descartó problemas cardíacos, explicándome que el dolor podría ser de origen gástrico, similar al angor, y también emocional. A mis 40 años, cuando surgieron estos dolores, me hicieron todos los estudios de rigor, incluyendo un cateterismo, y me diagnosticaron arterioesclerosis leve, diciendo que mi dolor era emocional, ahora me repitieron ese parecer. Desde entonces, he luchado contra el deterioro progresivo y el temido Alzheimer, entrenando mis facultades cognitivas, memoria y neuroplasticidad mediante la adaptación mental y la lucha contra las rigideces psiquiátricas.

Consulté al gastroenterólogo que me lo hizo conocer mi Dios tan amado. El médico también es cirujano gástrico. Me podría operar de mi antiquísima diástasis, cubierta en gran parte por mi obra social, Apross. Aunque el especialista me dijo que la operación no es estética y mi abdomen seguiría globuloso, creo que mejoraría un poco y aliviaría los dolores molestos. Además, mi dieta, aprobada por la nutricionista, incluye una cucharada de chía en todas mis comidas y dos litros de agua diarios, lo que he incorporado sin problemas.

En cuanto a la odontología, después de años de fobia, el Servicio Odontológico Municipal de Córdoba me ha ayudado a superar mis miedos. Estoy en un tratamiento integral para obtener una prótesis dental completa, algo que nunca había logrado. La Salud Pública, con sus protocolos bien organizados, ha sido fundamental en este proceso, ayudándome a superar mis fobias y a cuidar mi salud dental de manera integral.

Finalmente, he decidido aceptar el envejecimiento digno, luchando contra lo mínimo que me produzca envejecimiento reversible y aceptando el resto. Esto incluye la caída del cabello, que he decidido no tratar debido a los altos costos. Inspirado por el Espacio Illia y el canal de YouTube “El Monje Estoico”, me enfoco en la resiliencia y el valor, siguiendo los consejos de mi amigo El Tano, quien me considera un “hombre rudo”. Este honor me recordó a mi padre, a quien llamé “El último duro”. Ser visto como rudo y rústico, con mi amor por la naturaleza y mis años de campamento, me conecta con mi sangre ancestral celta y mi amor por los bosques.

Desde marzo de este año, he vivido en la Morada Umbría, una ermita de lujo que ha cumplido todos mis sueños. Con un diseño arquitectónico minimalista y una filosofía de vida inspirada en el Zen, he adoptado una gran austeridad. Mi pareja, Analía, me enseñó a ser Un No Necesitador, y juntos hemos creado un hogar con muebles modernos que amo. Además, he realizado mi sueño de tener una piscina y una cochera para mi auto. La restauración de mi Taunus y mi futura condición de coleccionista, siendo ya el fierrero de siempre y hallándome en el tránsito como restaurador, son la culminación de mis sueños de toda la vida. Ya no me presentaré como un coleccionista frustrado.

Así como entronicé la Imagen del Sagrado Corazón de Jesús en mi primera vivienda de ermitaño, siguiendo la tradición transmitida por mi madre, he entronizado mis muebles desde 2019 en que los compre en Villa María y para todas mis viviendas futuras. También entronicé mi Taunus desde la Navidad de 2020. ¡Esto es vida! Amén carajaso.

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