miércoles, 13 de noviembre de 2024

RECUENTO DE PEQUEÑOS GRANDES MILAGROS QUE ME HAN OCURRIDO EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS Y EN ESPECIAL DESDE MI CONSAGRACIÓN


En este 13 de noviembre de 2024 comienzo a narrarles todos los pequeños grandes milagros que he experimentado desde junio de 2022 en adelante. 

Recordemos que todos los 13 debemos tenerla muy presente a la Virgen de la Rosa Mística. Amén

En forma contrapuesta a las tentaciones que recibo muy seguido y que están en el punto 6 de esta entrada:

ÚNICOS CONJUNTOS DE BIENES YA ALCANZADOS Y TENTACIONES EVIDENTES PARA TENER MÁS DE LO QUE MI FAMILIA Y YO, NO NECESITAMOS

En la presente entrada empezaré a enunciar los pequeños grandes milagros que recibo también permanentemente:

Cómo no me los acuerdo a todos cómo se me han ido apareciendo cronológicamente hablando, empezaré por los dos más fuertes que he tenido en mi vida:

1°) Entre junio y julio del 2022, tuve dos:

a) Cierto día que tenía una cajita de Parisiennes Box, con un pucho, lo tomé y me lo llevé a la boca y de repente sentí un pequeño ruidito y cuando miré la cajita, había otro pucho en la misma y el otro (supuestamente el último, lo tenía en mi boca).

b) Cierta mañana que estaba con un grupo de internos del Sanatorio Morra (en el mismo lugar donde ocurrió lo del pucho) pregunté: ¿Quieren mate amargo o dulce? y todos contestaron amargo, excepto un jovencito llamado José Giuseppe que contestó dulces. Como la mayoría respondió amargo, fui adentro, le cargue agua al termo, puse yerba en el mate y salí para cebar y cuando me cebe el primero como es la costumbre matera, toda la cebadura salió dulce. 

2°) Hace unos días se me rompió la heladera y varios técnicos me dijeron por WhatsApp que requería una carga de gas en base a que de seguro tenía una micro pérdida, así que me acordé de algunas mujeres que viven solas y que no tienen un hombre que les arregle los artefactos del hogar, una de ellas me contó que cuando se le rompía algo hacía el siguiente "ritual" que yo lo hice con mi heladera:
Le toque un poco el rotor de la temperatura y luego lo volví a su lugar, la desenchufé y la volví a enchufar y finalmente "le soplé" el rotor, como me lo enseñó a hacer como algo muy importante, esa mujer sola y creer o reventar, la heladera empezó a funcionar como si nada le hubiera pasado. 

3°) Ayer salí a intentar cambiar la goma del auto puesto que estaba pinchada y quería cambiarla por el auxilio. Cabe acotar que hace muchos años me retiré de las labores manuales. Sali con un gato prestado, dado que el mío no anda y la Taunus estaba estacionada con medio cuerpo sobre la vereda por lo que la máquina estaba en muy mala posición y el gato este "hidráulico" no entraba debajo de los fierros y al cabo de un rato de arduo trabajo, mi cuerpo quedo virtualmente vencido y no logré cambiarla. Hoy estuve buscando varios recursos humanos que pensaba que me podrían ayudar, en cierto momento no tenía ni un centavo y un coachee me ofreció unos dineros para que hiciéramos un coaching. Al terminarlo y cobrar, le escribí a una amiga para ver si me podía mandar a algunos de sus sobrinos adolescentes para que se ganaran una changa que pensaba pagárselas con el dinero del coaching, pero mi amiga me dijo que era imposible pues uno de sus sobrinos estaba en Córdoba y el otro era muy chico para salir en horas de la noche a hacerme ese trabajito. Así que espere "mi oportunidad" antes medite y premedité todo mi plan para poder hacerlo yo mismo. Como les digo, esperé pacientemente mi momento, pues tenía que hacer varias cosas previas que me las reservo y allí fui otra vez con el gato prestado. Se me había ocurrido que podía ponerla en marcha y moverla apenitas como para solamente bajarla de la vereda y colocarla toda en la calle, así estuvo mucho mejor que ayer y luego de luchar exactamente 33 minutos, pude cambiarle al fin la goma. Esto, aunque no lo sea es como si fuera un milagro para mí puesto que antes me hubiera dado por vencido y hubiera recurrido a esos recursos humanos de los que les hablaba más arriba. 

4°) En el mismo marco de ideas, hace como dos semanas atrás, una vecina del complejo a donde vivo me escribió para pedirme el favor que le colocara unos complejos tensores para colgar una cortina en su ventanal, siendo que yo le había pedido lo mismo a mi ahijado Dante cuando me vine a vivir al mismo complejo. No, me achiqué, aunque le confesé a mi vecina el estrés que me producían las labores manuales y hasta le conté de mi fobia para las mismas y allí subí, de a poco entre ella y yo fuimos consiguiendo todas las herramientas que necesitábamos y al cabo de tres jornadas logré dejarle su cortina colgada, satisfactoriamente más o menos en un 95% de prolijidad. 


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